viernes, 25 de abril de 2008

Sobre mi mesa, el cenicero...

Tengo sobre la mesa un cenicero

con colillas varias y en variadas formas,

que cuentan a su manera, historias.

Desde los que se apagan solos

y mantienen su estructura cilíndrica,

hasta los que dejan olvidada su memoria morfológica

detrás de las bruscas acciones de finales intempestivos.

El conjunto hace un recorrido, de alguna manera,

similar a la historia que cuenta sobre su volumetría,

en ese cementerio de nicotina, que bien podría ser,

el archivo histórico de mis andares con peso extra.

Un nuevo telón se abre desde el infinito fantasioso

y expone a modo de flash publicitario, otra obra;

la imagen de una blanda mano que acaricia,

la de un beso que espera siempre regalarse,

la de un motivo que genere verdadera adicción

o carcajadas de niños que sustituyen a las detonaciones ya corrientes.

Ya la vida misma nos supone la muerte.

La conciencia, le resta importancia a su aparición.

La sensibilidad, la expone como un mal necesario,

Y la sociedad la muestra como el motivo para “portarnos bien”.

Lo cierto es que cada colilla, en definitiva,

es un llamado a ella, una confirmación del encuentro;

eso está claro en la conciencia del fumador

y el Estado se encarga de certificarlo, aclarando “fumar mata”.

Y cuando nos quitamos la hipocresía de encima

pensamos que fumar, es al fin y al cabo, adquirir un suicidio en cuotas,

asegurarnos de alguna forma, que la parca no se olvide de nosotros,

y nos deje abandonados en esa tensión que nos impulsa a llenar ceniceros.

Cuando uno logra dejar el cigarrillo, reconoce lo fácil que era dejarlo..,

así tal vez, cuando uno logre reconocerse, vea lo fácil que era aceptarse.

Voy viendo cada día menos colillas en mi haber interior,

ahora espero que mi biología me ayude con el cenicero

y no me diga mi cuerpo que es tarde…

Es una realidad consabida como las tantas que omitimos ver

y no una depresión alucinógena y crónica, producto de alguna paranoia.

Compartir hoy un cigarrillo con Isabel,

se me hace compartir un final .., de alguna manera;

cuando ante su presencia de también fumadora, solo deseo su eterna compañía..,

incongruencias que como siempre, conllevan la pregunta que si alguna vez

lograremos ser verdaderamente conscientes de lo que hacemos

y reflejar mediante nuestros actos, nuestras verdaderas intenciones…

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