lunes, 23 de marzo de 2009

Historia...

¡No caigas!

Gritó la prosaica historia
al ver su prólogo irrumpir
cual trueno de verano.

¡Acude a ti, a tus andares..!

Recorre tu memoria atizando mares,
sobre vuela escombros de tiempos ancestrales...

¡No caigas, no caigas...
que no soy yo,
son viejas señales!

No me hagas presente
que ya vieja y marchita,
no ardo cual madera
digna a tus voluntades.

No caigas no ahora,
que mortaja me exhibo
ante la vida, lo evidente,
lo tantas veces no oído.

También ante ti que has sabido
escuchar mi suplica inminente
de eutanasia condenada otrora
y aplaudida hoy, por misma gente.

No me llames ahora
que el olvido me cobija
y la verdad pinta tu nombre
con su venia y tu tinta.

¡No caigas, no ahora!
Ni hoy ni jamás caigas,
que no repito y menos luego
que has consagrado tu espada.

Que en ti siempre seré
ya sin vida influyente,
que soy inerte ladrillo
de tu estructura prominente.

No caigas, no caigas,
al menos por mi no caigas,
que soy tan sólo un hito
el cual tú,
has reescrito...