martes, 28 de octubre de 2014

Dientes negros...

Me siento enfrentando el teclado de letras
como de sentarme fuera, ante un piano,
a orquestar las notas que se harán letras,
a las letras que se harán imagen,
a las imágenes que se harán historia
y éstas, que otra vez serán música.

A lo largo del corredor
de mi mentada existencia,
cuando me sumerjo para oírme,
estalla la corriente alterna que me promueve.

He sido extranjero en todo lugar
donde se haya asesinado a la cultura,
maltratado al Hombre y al niño
y denigrado al amor…
Y he sido extranjero en todo lugar.

Por ello sangro en el acento
y estallo en los suspensivos.

Ya no promuevo la semántica
por que el automatismo apremia
y busco la armonía que lleva la letra,
la que al sonar reduce el intelecto a anécdota
y hace tan solo vibrar los diapasones del alma.

No quiero olvidar los días de los dientes negros
cuando teñía de sonrisas el disparo amordazado,
cuando aprendí que la violencia solo mata
y que los matadores son solo violentos.
Cuando aprendí a verte, hasta en éste hoy,
que me vendes placer a costo de mi sangre.

Por ello, cada vez que te crees no visto,
me siento enfrentando el teclado de letras
como de sentarme fuera, ante un piano,
a orquestar las notas que se harán letras,
a las letras que se harán imagen,
a las imágenes que se harán historia
y éstas, que otra vez serán música…
de cuando aprendí a cargar con flores
mi arcilla, mi óleo y mis letras.