Escribir un poema...

Ni en la nausea

Ni en la nausea…



Habrá de escribirse algún día
el trazo aquel que ahonde las heridas,
que ya agonizante trae a la vida
y ni hablar, al amor.
No seré yo quién lo escriba,
tal vez no lo lea siquiera
el trazo aquel que ahonde las heridas,
habrá de escribirse algún día
y ni hablar, al amor.
Habrá de escribirse algún día,
que ya agonizante trae a la vida
el trazo aquel que ahonde las heridas.
Tal vez no lo lea siquiera,
no seré yo quién lo escriba,
que ya agonizante trae a la vida
el trazo aquel que ahonde las heridas.
Y ni hablar al amor,
habrá de escribirse algún día…
no seré yo quién lo escriba
que ya agonizante trae a la vida
el trazo aquel que ahonde las heridas
¡que no seré yo quien lo escriba..!

Tú, mi mano...

Tu, mi mano.
Tal vez yo, tu alegría.
Una pared enmohecida descascara la herida
que al trasluz de la cortina desvela una madreselva.
Un vaso de vino ronda la mesa,
las imágenes se suceden en el duro cristal
y a lo lejos una radio salpica los silencios…
Así y todo,
la soledad estremece.
No es por estar solo
es simplemente,
por estar rodeado de ella…
No hay seres solos
hay soledades espesas.
Nadie está solo…
se está vacío.
La anti soledad, no es la suma de cosas,
es el complemento de la sola unidad.
Tu mi mano,
sea tal vez yo tu alegría…
y la soledad muere
ante la simple trilogía
del yo, mi mano,
y el papel que aspira
alcanzar a ser poesía…

No es...

No es entierro
el azul del cielo
cuando se asemeja
al ultimo rincón que resta.
No hay que ir para volver
ni mirar para saber donde se pisa.
Me levanto cada mañana sin saber quien soy
tal como no se quien eres.
Sin embargo nos amalgamamos en estas letras
nos entrelazamos sin habernos visto
sin conocer el olor que nos caracteriza
esa cosa tan animal
que ejerce el territorio,
tan importante pero que se desvanece
ante letras que sudan el aliento del tiempo.
No hay azul en el cielo
cuando se mira desde fuera de la Tierra
como no hay una razón si lo piensas
que justifique que estés allí ahora,
leyendo…y porqué habría de haberla…
¿porqué debería haber, algo cierto?

El loco de Bologna habló al amor...