martes, 24 de septiembre de 2024

A veces las ansias de avanzar solo te dejan en el retroceso del impulso

A veces las ansias de avanzar solo te dejan en el retroceso del impulso. Acometes, planificas, proyectas…y quedas en el mismo lugar porque todo aquello concebido no acontece. Pagamos vida por protección o seguridad de futuro, es decir, damos verdad por ilusiones. Confiamos, y en ese acto de confiar delegamos, dejamos de ser responsables de nuestros actos perteneciendo a sistemas que nos venden como funcionales, únicos caminos de vida asegurada, realización personal o éxito. Ésta máxima expresión de la voracidad y avaricia humana, conlleva a justificar cualquier medio que mantenga mi feudo tal cual como me lo han vendido. Yo no mato a nadie, por lo tanto, no tengo que ver con el costo que implica mantener mi estado de protección personal. Lo asumo como hechos ajenos a mi gestión de vida porque no soy partícipe directo… soy un ente aislado en un mar de causas y efectos. No conformo ni convivo el Universo, soy inocente por ignorante y eso me permite sentirme bueno. Doy la razón a las mayorías y me siento cierto, peso y me visto como los arquetipos impuestos por sistemas de producción en masa y me siento aceptado, imito a las nuevas deidades del sistema de consumo y me siento deidad…y cuanto más puedo consumir de todo aquello que de forma cotidiana me instan a consumir, más poderoso me siento, soy más importante y hasta superior. Valgo por lo que consumo. Lo demuestro con un cartel de alguna prenda que dice que pagué por ella cinco veces más que aquel que tiene la misma prenda pero sin el cartel. Viajo por todo el Mundo y lo comunico en las redes con la misma sonrisa que el resto de pudientes, así con todos los lugares que he estado que son los mismo que los demás han estado y hasta los mismos asientos…me muevo quedando fijo en la pantalla de mi móvil…sigo en mi espacio protegido.  Tengo muchas cosas y tal vez ninguna que realmente desee. Necesito el exceso para valorarme, concentro mi existencia en bits de redes o en megas de discos. Todo ese impulso, que lleva unos sesenta y cinco años, te deja en un momento en el mismo lugar donde pensaste coger carrera para salvar el obstáculo… tan solo que el salto sea tal vez más largo que el tiempo que te resta. En ese momento te detienes porque las reglas del juego cambian…ya no dependes de una rutina que te justifique, ni de una ilusión de seguir sumando cosas. Te acotan la capacidad de adquisición, ya no eres objetivo de consumo y te queda la responsabilidad de darle valor al tiempo que transcurrirá…ese poco tiempo, ese último tiempo que cada quién cree haberse asegurado en pleno derecho de bienestar…tal vez estés en la misma situación que cuando iniciaste, pero ¡tranquilo!, ya no debes preocuparte por pasarla mal mucho tiempo…no hay mucho tiempo. No has llegado a ninguna parte, tan solo has ignorado el transcurrir de tu vida  por el miedo a no ser capaz de vivirla por ti mismo y a tu antojo. A veces las ansias de avanzar solo te dejan en el retroceso del impulso…           

Seré

Seré

mañana

tan solo 

la capacidad de tu memoria...