viernes, 29 de septiembre de 2017

Camino a la Colonia...

Chorretean los verdes cual chocolate espeso
desde las cumbres poco ambiciosas
que tienden a decorarse con multicolores caramelos.
Bailan los blancos al son de la vida,
blancos dientes, dientes blancos.
El eslabón perdido de los ciertos,
hipócritamente ciertos que se reivindican.
Algo nuevo me baña, acaricia y empapa a llorar,
me retrotrae a delicias, amablemente me ama.
Me ilusionan los blancos que bailan entre verdes,
los cabellos recién mojados que abrillantan el alba,
la celebración del devenir, la vida…
Son las seis de la mañana,
el camión salta entre pedregales
cargado de amor, deber, dignidad y sueños,
destinado a revivir las aula que desde ayer tarde
reciben su merecido sueño.
Los blancos prosiguen viviendo,
erizan mi piel y mi aliento,
me llevan a vida
a olvidar el cansancio
a reinventarme el aliento.
Esos blancos eternos que inundan estos esteros…
blancos dientes, dientes blancos,
el eslabón perdido de los ciertos.
Algo nuevo me baña, acaricia y empapa a llorar,
me retrotrae a delicias, amablemente me ama…
La sonrisa ¡Sí, es la sonrisa!
No la carcajada o la risa histérica,
la sonrisa, la tan añorada sonrisa
que salpica de blancos las sombras
que verifica al niño y al amor mismo…
La sonrisa,
que no es más el certificado de vida
del alma bella…

martes, 26 de septiembre de 2017

Vengo de Tegu...

He podido ver la lágrima que ríe,
enjuagarme en su sonrisa,
hamacarme en su aroma a sierra,
guayaba, maíz y palmera.
He comprendido la honra de ser niño aún,
la liviandad de no poseer, el peso del alba nueva,
sorprenderme ante mi olor propio dejando aquel que se repite
y descubrir que la vida aún tiene camino y sentido.
Me reencontré con el valor del agua potable,
la alegría del pan de hoy,
la bondad del abrazo y la voz del niño.
Vi quebrarse mi alma por el peso de los obsequios
donde decían que la pobreza acampaba a sus anchas…
¡Claro que recordé a Ernesto!… ¿cómo no hacerlo?
Al alma de Ernesto, su sonrisa y su viento…
Harto de pólvora que envenena la brisa,
intoxicado de política lítica y pre-lítica,
cansado de recetas de la felicidad encapsulada,
de intelectuales anclados al peso de su propia egolatría…
fui a jugar con los niños aquellos
que lo tienen todo sin poseer nada,
para que repinten mi existir con su promesa de luz,
su fabula interminable, su dignidad, su amor al ahora.
Para que me dieran vida, me dieran una caricia sincera,
un trozo de un caramelo, un abrazo cierto,
un manjar de amor al que llaman almuerzo.
Fui a compartir mi arte y regreso arto de amor compartido.
He podido ver la lágrima que ríe,
enjuagarme en su sonrisa,
hamacarme en su aroma a sierra,
guayaba, maíz y palmera…
redescubrí mi olor propio,
me redescubrí,
aún estaba,
niño aún
soñando al alba nueva
con mis niños de la eterna primavera…