jueves, 3 de agosto de 2017

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El otro día leía sobre los coliseos romanos y su función como vía de desahogo de la frustración e impotencia ciudadana ante la opresión del imperio, por medio de la exteriorización de esa “ira contenida” en actitudes psicofísicas (gritos, gestos, cánticos, permisividad momentánea, etc.) a modo de bálsamo domador y formativo de ciudadanos maleables nuevamente que volvían a las calles luego de los eventos (digamos que un partido de fútbol, por ejemplo). Creo que a éstas alturas es algo indiscutible. Espero no tener que esperar mil años para ver cómo se establece un paralelismo entre los coliseos romanos y las redes sociales, donde la imagen en directo se sustituye por las virtuales, pero que en definitiva son grandes coliseos o circos romanos en donde se coloca un sacrificado (noticia, información) para que todo el mundo desahogue su desasosiego existencial con ello (opinión, derecho a opinar, posesión de la verdad, emoticón, etc.). Es un verdadero coliseo romano virtual en donde la gente opina en base a informaciones cuyo origen y validez se desconocen, insultan, agreden las premisas básicas de la tolerancia, opinan y juzgan con total impunidad, etc. … y luego salen a la calle a someterse a los sistemas de los que seguramente despotricaron durante toda la sesión de internet. En lo personal me llama poderosamente la atención como de la noche a la mañana surgen dictadores, asesinos, terroristas… y un sinnúmero de especialistas y conocedores a fondo de la materia. Esto de la impunidad detrás de la pantalla es algo que me fastidia.     

miércoles, 2 de agosto de 2017

Soy poeta

Soy poeta seguramente y tal vez, porque nací en el sesenta y dos… entre la poesía y el emoticón.
Poeta porque no pude hacer oídos sordos de aquellos que soñaban y hacían de sus sueños la vida. Porque había un Ernesto, un Mahatma, un Facundo, un Alfredo… y tantos otros que poetizaban sus sueños.
Soy poeta y libre porque muchos dieron su vida por ello, cosa que ahora pareciera que la protagonizan una tarjeta de crédito, una marca y una hamburguesa.
Soy poeta por analfabeta consumista, por sentirme negro, charrúa, mestizo, niño, aymara, pobre, oprimido, sudaca y tercermundista hasta la médula. Porque me duele la avaricia, me espanta la violencia y me irrita la hipocresía, por eso soy poeta.
Soy poeta porque alguien inventó la escritura sino sería cantor, así como cuando quedo sin pluma siempre ataco al color, me invento con las formas y deliro con la creación, pero siempre como poeta, como guerrero del amor.
Soy poeta porque hubo quien amo de veras, abrió luces entre las negras fieras, talló caminos sin fronteras, porque no dejo la memoria para decorar vidrieras. Soy poeta porque no olvido ni me dejo olvidado en el camino.
Soy poeta porque amo, porque la mayoría ya no existe, porque las minorías se han acumulado, porque me hierve el Mundo cuando a la calle salgo y me desvela por siempre el vacío de la imagen que impera ante la esencia.
Soy poeta porque el niño yace agonizando bajo el escombro de un mercadeo que lo destierra al mundo de utopía, llenando los espacios ya vacíos, de vacíos engendros sodomizados, nacidos para consumir en el siglo de la anti-conciencia.

Soy poeta porque comprendí que la esperanza existe porque la muerte espera, porque a la luz de la verdad cotidiana, somos lacra de miseria que solo avanza en su avaricia, comodidad y mentiras. Porque hemos confundido el miedo con los Derechos y la libertad con la protección…por ello soy poeta.

Soy poeta seguramente y tal vez, porque nací en el sesenta y dos… entre la poesía y el emoticón, y porque existes tú, por ello y seguramente por ello también, es que soy poeta.