Hoy retorno a la tinta…
El blanco ojeaba matices desde ayer
por el rabillo de su negro ojo,
la arcilla se coló entre mis uñas
resecando el enjambre de ideas
y claudicó ante la humedad de la espera.
El amor rozó la cumbre de la nostalgia
y los mártires cayeron de nuevo en pecado.
No había luz, no era necesaria,
los sueños no caen a pedazos
por falta de miradas,
solo se evaporan enredados
en el humo del vapor del mate
o bajo alguna mirada que pasó
por la esquina de algún recuerdo.
Algún perro rebota contra la nostalgia,
lame alguna gota de frío
y retrocede ante una sombra
que hace de perrera.
Los tonos se retuercen ante la luz
y los matices se estremecen al ver las sombras.
Las líneas se rascan el lomo como renglones
y los volúmenes juegan a las escondidas con la arcilla
que ya me habló de cansados días, pero nadie hace nada.
Las teclas están allí…
y la pantalla del ordenador
gimiendo colores y arábigas grafías;
y ella siempre está, no se queja…
Y la vida sigue,
por mas que los matices duerman,
los claroscuros se retraigan ante la incandescencia,
o los volúmenes jueguen a las escondidas con la arcilla.
La vida sigue…
y se acorta.
Si supiera que se suicida tal vez pararía…
Pero sigue.
Y todo aquello aún no dicho
me retuerce las entrañas.
Hoy vuelvo a las letras,
porque allí estaban las teclas
dispuestas siempre a tolerar
la siesta a los empíricos elementos...
yo no tengo ese tiempo
y si algún día
acabara su gris pantalla
está la arena de la playa
que lamida por la salitrera líquida
me regala el infinito
para que yo me explaya...
lunes, 30 de marzo de 2015
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