Hoy canté a las flores y al
vino,
al Ceibo y a la uva chinche,
al Araguaney y a la chicha,
a mi querida Gorda
mi historia más blanca,
la ensalada de repollo,
su olor a río,
a mi Río de la Plata.
Hoy canté a la bordona
y sonó Alfredo,
que siempre me trae al mío
a Tabaré, del cuzco rabón,
y los dos en andas, a Niña
Luna,
la gran madre de cada letra…
tu lo supiste Alfredo
al acariciar sus cuerdas.
Hoy canté a las flores
y se coló la chinita,
sonrisa tierna y sincera
con la fuerza del
algarrobo.
Hoy canté a la muerte y
habló la vida
obcecada
y ceñuda vida,
ofendida por dejarla de
lado
y bailar con su enamorada.
Hoy canté a las letras y
habló la voz,
Lilián desperezó a la tinta
y la hizo velo,
velo del alma que solo la
verdadera luz roza.
Hoy supe cantar al mate
y me habló la yerba…
hasta los verdes me
hablaron
luego de tanta muerte y
miseria
ya enquistados en mi
existencia.
Hoy canté a las flores y al
vino,
mirando atrás, tal vez por
viejo,
tal vez por niño, tal vez
tan solo
por haber amado mi camino,
cada flor,
cada pincel,
cada mujer,
cada vaso de vino…