martes, 29 de septiembre de 2015

Sicilia

Un naranja de aquellos
que parecieran brotar del antojo,
dio en la frente de Ceres
que también Deméter fuere,
acusando sueños de amor
bajo el capitel de su aposento,
en trinacria tierra,
delatando crisoles de tiempos.
La música del Olimpo susurró al viento
para no alterar Dioses en su descanso.
La Tierra hizo brotar vapores
para suavizar sus aromas
y el mar lamió sus pies
para cobijar su ternura.
Hicieron los verdes de cuna
y los ocres de almohada,
mientras la uva bribona
a menear el sueño se aprestaba.
Eran tiempos de comienzos
donde los pasos todos
andarían sus suelos…
La tibieza se apoderó de la luz
y todos abrazaron el cosmos
en un acto de placer eterno...
Aquel Dios susurró dormitando
su placer más excelso:
Sicilia…Sicilia…
escuchó aquel naranjero,
que de rojo tiñó las almas
de los frutos aquellos.
Tan solo de tan poco,
fue que nació lo bello…