sábado, 13 de noviembre de 2010

El desván..

En el desván de mi inconsciente
guardo las historias que me componen,
que de alguna manera me conforman.
Despreocupado por clasificar
me sucede que, cuando entro,
encuentro aquello que primero aparece.
Esto hace del día a día algo sorprendente,
un ahora, que es imprevisible.
A veces subo por una sonrisa
y regreso con una carcajada,
como también con una lágrima.
Lo cierto es, que ir al desván de mi inconsciente,
pocas veces resulta con satisfacer el motivo
que hasta allí me ha llevado.
También resulta que,
aquello que acontece en el ahora
y necesita de historia para comprenderse,
deberá su protagonismo,
a lo que aparezca en el desván.
Esto me conduce a pensar,
que cada vez que se repite una historia,
debo entender aquella que guardo en mi inconsciente
y no la que acontece en el ahora,
pues, la no comprensión del pasado
genera su repetición en el presente
y hace que todo parezca igual.
Tal vez por ello el desorden de mi desván.
Es perder el tiempo ordenándolo,
cuando se sabe que las historias regresan solas a la mano,
sin necesidad de buscarlas...
y es que la vida acontece por si misma en un constante devenir,
solo nosotros la repetimos, por no haber comprendido.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Vivir un sueño

Cuando tenemos la valentía
de vestirnos de nuestros sueños
y desfilar ante un público
que se pensaba inerte...
nos asombra el ver como, lentamente,
van quedando las butacas vacías.
Algunos,
devuelven la invitación disimuladamente,
dibujan una sonrisa tonta y regresan
a los cómodos sillones de la cotidianeidad.
Muchos suben al escenario
y reconocen el guión como propio,
sumándose al elenco de una obra,
que en distintas versiones es universal.
La complicidad los libera y lo auténtico,
traspone la imagen ciudadana, exponiendo al individuo.
Algunos pocos quedan en sus butacas,
simples espectadores anclados por sus miedos...
Lo cierto es que nos asombra
cómo, el vestirse de aquello que llamamos "sueños"
dista mucho de ser algo único o exclusivo de cada quien.
Es simplemente, que pocos,
asumen la vida como quieren que sea
y muchos la viven como se dice que debe ser...
hasta que dejan de sentirse solos en su locura,
rasgan vestiduras y se suman a la obra...
al menos por unos instantes...