jueves, 9 de abril de 2020

Me conformó la mentira consabida

Me conformó la mentira consabida
el “todo bien” por encima del “todo mal”
esa visión del entorno “pour la galerié”
el “qué dirá la gente” ante el “así es ésta vida”
Me conformó la apariencia social,
la vergüenza de no ser aquello que determinan,
lo que todos esperan o intentan que seas.
Me conformó una sociedad hipócrita
un oso de peluche con olor a estofado,
el glamur del mucho tener
ante el todo lo que no tengo,
sin entender el todo que pierdo.
Una historia deseada y una realidad mentida.
Me conformó… nos conformó la mentira ciudadana,
la necesidad aparente de ser aceptado,
la forma de transcurrir entre la mugre.
Luego vino el amor detrás de las puertas
las caricias verdaderas debajo de los pupítres,
que tildaban de inmaduras o tendenciosas.
y que me rescataron del averno.
Los amigos que arreglaban el mundo con un porro
y las eternas noches de delirio buscando los por qué.
Me conformó el amor que pretendía
darme aquello que no pedía,
que creían necesario
que hasta hoy debo de agradecer por conformista.
Me conformó la historia de mis padres
y las consecuencias de sus interpretaciones.
Me conformó la casualidad de estar
en aquellos momentos y en esos lugares.
Me conformó la mirada cómplice de la ternura
con olor a lápiz, tinta china y luego a óleo.
Me conformó la muerte que rozó mi envergadura
creo que antes de tiempo
o fue mi habilidad de esquivarla que le echó fuego.
Me conformó el amor, siempre el amor,
equivocado o no, cierto o vanidoso,
cálido o metálico… pero siempre el amor…
el inocente, el niño, el juvenil, el inconsciente…
Quiso darme forma la mentira política,
la miseria moral disfrazada de ideal,
la compasión o la empatía disfrazada de limosna,
el éxtasis del ser disfrazado de tener
o el libre albedrío disfrazado de permisibilidad pública.
Tal vez por pura casualidad elegí siempre al amor,
o fuera tal vez,
por aquellos que lo traían envuelto en paños frescos.
Tal vez por crédulo, ingenuo o delirante…
pero me conformó siempre el amor
desde el ser sin tener.
Porque la vocación de carcelero
es propia del incapaz creativo
que vive preso del pánico existencial...
ese pánico a perder lo que se es incapaz de crear.
Me conformó la mentira consabida
el “todo bien” por encima del “todo mal”,
esa visión del entorno “pour la galerié”
el “qué dirá la gente” ante el “qué es ésta vida”…
al menos lo intentaron…
muchas veces dudo si lo lograron,
y solo cuando siento que tan solo el niño
tiene la capacidad de ofrecerme una lágrima,
entiendo entonces,
que han fracasado…