sábado, 29 de junio de 2013

Momentos asi...



Momentos así siempre permiten dar con la verdad que escondimos detrás de la puerta del miedo. Por ello recordaba cuando todo comenzó y quería ser millonario. Es esa la idea que primero se nos inculca.

Logró así de la nada a tener 45 tiendas y a fraccionar su empresa en construcción, moda e informática. Jugaba en bolsa y también se beneficiaba con alquileres de varias propiedades.

A sus quince años sufrió viviendo el sacrificio de sus padres en la búsqueda de un mejor confort, y la televisión le ayudó a dejar de apreciar lo que tenía para poder desear aquello que no tenía… y a él, no le sucedería como a sus padres. Por ello, cuando pudo comenzar a hacerse cargo del negocio lo multiplicó por cincuenta. No comprendió en esos momentos que sus hijos también a sus quince años sufrieron viviendo el sacrificio de sus padres en la búsqueda de un mejor confort…éstos últimos ya con televisión, videojuegos y móvil.

Hoy tenía una familia propia, incluso llegó a ser más millonario de lo que pensó ser a los quince años, pero la televisión le seguía ayudando a desear todo lo que no tenía.

Quiso recordar imágenes de sus hijos pequeños, por que ya eran mayores y seguían sus pasos, y no encontró más que imágenes de construcciones, premios de calidad, números bancarios, barcos…

El sonido de un pitido alterno pero constante, le recordó el cohete espacial que le regalaron para una navidad y que encendía luces simulando el despegue…aún lo conserva en algún lugar de la casa. Recordó que le dijo al padre que le faltaba el coche a control remoto que había visto en la tienda, a lo que el padre le contestó: “¿para qué quieres también el coche si tan solo puedes jugar con un juguete cada vez? Si en algún momento perdieras la imaginación y la alegría para jugar con tu cohete, tampoco la tendrías para jugar con el coche. Habrías perdido la capacidad de soñar, y un hombre sin sueños es simplemente otra máquina”.

Recordó los cajones de juguetes tirados a la basura en cada mudanza de su familia propia. Se dio cuenta que aún tenía el cohete y por primera vez en muchos años le rozó la alegría el alma.

Pensó en sus hijos multiplicando sus riquezas y los vio maquinas…ahora sabía cuan pobre había sido.

El pitido que le recordó al cohete dejó de ser alterno y se tornó constante. Se supo triste, lamentable, fracasado y esclavo eterno…de los hombres, tal vez el más pobre.



La luz se fue casi de golpe, como en un televisor viejo que deja un pequeño puntito de luz en el centro unos segundos más…esos segundos que generan momentos así, que siempre permiten dar con la verdad que escondimos detrás de la puerta del miedo...antes de morir, tal vez en un hospital, como cualquiera.