miércoles, 19 de noviembre de 2014

Verdad y belleza...

Marco miró a su alrededor y reconoció que la silicona había ganado terreno en aquel bar. Miró su cigarrillo con visión de siglos; con aquella mirada ya conocida que comienza cada cuento que surge de su memoria cuando se topa con algo que le despierta el alma…

“La verdad es ya una vieja que asoma solo cuando llueve…-Me dijo.-
Y es que la mentira con un lifting siempre se hace pasar por ella.
Por eso últimamente deambula sola por la ironía, cuando no hay nadie que pueda reconocerla…creo que se avergüenza de la pobreza de las almas circundantes.
La belleza la espera siempre al amparo de la sabiduría, para caminar juntas como lo hicieran otrora… Ahora que la diseñan manos científicas la belleza ha dejado de ser autentica, se traspapela entre la publicidad barata de las revistas de moda y las cuentas bancarias de los cirujanos “plásticos”.
La belleza ya no anda junto a la verdad y ha perdido sentido, por repetida. Solo se juntan a escondidas…por que fueron amenazadas por la hipocresía (me lo dijo la sabiduría). La hipocresía les dijo que si alguna vez la comunidad hipócrita que ella dominaba las vieran juntas, sería el acabóse. Comprenderían su hipócrita concepción de la belleza repetida, sin valor personal, vacía de concepto, de vida, de amor propio. Se darían cuenta que la belleza existe únicamente si es acompañada por la verdad (y es que la mentira no embellece, envilece – me decía la sabiduría-). Que la belleza no es otra cosa que cada ser humano por auténtico, bello, único, irrepetible, valioso como unidad e invaluable como individualidad. ¿A quién se le ocurre buscar valores propios en imagen ajena? -Eso me decía la sabiduría, entre vino y vino, aquella madrugada de viejos amigos…-“