miércoles, 15 de febrero de 2017

Duermo...



Duermo los trozos de luz que acompañan pensamientos ungidos,
en la corteza misma del sueño, con pan y aceite de oliva…
Es Andalucía, que me evoca tempestades en conciencias andinas…

Cuando habla la lluvia de laureles, no veo cabezas marmoladas,
recorro aromas de cuna que chispean ya entre hojarascas de recetas olvidadas.

Los otoños me visten de paletas bajas, tierras tostadas y aroma a castañas,
y el mate sube a teñir con su verde bruma, los tostados de los occidentales sienas…

Soy amalgama de aciertos y miserias, de avaricias y amores, de juicios y tinieblas.
¡Somos… a no perder la memoria! Que somos todos de la amalgama ésta.

Evoco la mirada al naciente por que el ocaso expira en mi memoria
y pregona acompañar el tránsito de la vida desde la conciencia…
no desde odio o el resentimiento, que son del amor lo opuesto;
y menos aún, desde la mísera intransigencia, prima de la intolerancia,
que solo germina en campos de putrefacción y espiritual miseria.

Duermo los trozos de luz que acompañan pensamientos ungidos
en la corteza misma del sueño, con pan y aceite de oliva…
Es el Mundo, que me evoca tempestades donde luz debería…
y el amor al hombre, que revoluciona a metralla éstas letras.