He conocido aquello que muchos
llaman dolor y que pocos conocen.
En las dunas de cal viva
que levantó una historia
que no me pertenecía.
En el hedor de la distancia
que bostezó ante mi
abriendo fauces infranqueables.
Y sobre todo,
en el tener que renunciar
a empaparme de mi propia esencia,
día a día, minuto a minuto,
por saber
que debía partir un día,
de aquellos que no se sabe
cuando llegan,
para dar espacio
a sus existencias.
Que como la mía,
del dolor abonó camelias…
Y así vivo y convivo
con aquello que muchos
llaman dolor y que pocos conocen,
con lágrimas que asoman
ante la ciega urbe que rodea,
a quien sabe que el dolor…
aquel dolor que nace de la voluntad de amar,
es al fin,
cincel y martillo
de las almas bellas
que al sabor de la sal
disfrutan la dulce miel
que a gotas
nos brinda esta colmena
que llamamos vida…