jueves, 26 de febrero de 2015

El tiempo te puede mostrar que en los estudios has sido un eterno repetidor...

Le tocaba dejar esta vida,
cuando comprendió
que todo lo que sabía,
era la nada que había comprendido
de todo aquello que había aprendido
y que pensó que era lo que sabía.
No era difícil saber que moría
pero comprenderlo, era otra cosa.
Sabía, que sabía que se moría,
sin embargo, la nada que había comprendido
de todo aquello aprendido,
que pensó era lo que realmente sabía
le hizo ver que nada comprendía
ya que solo había repetido
a lo largo de toda su vida.

martes, 24 de febrero de 2015

Aquella niña de las calas blancas.

Aquella niña de las calas blancas.-

Se acercó a mí, a mi enlatado tiempo…
y tus manos abrazaron mi corazón
para que no se derramara…
Sin embargo su mano…
su mano..,
tenía el susurro de la metralla,
la voz oculta de la desesperanza,
el desgarre del olvido,
el peso muerto de la resignación.
¡Hollinaba el alba a pura llaga
donde hubiérase de amor colmado!
Se acercó a mi para atravesar mi carcasa,
la disonancia entre mi apariencia de ciudadano
y el magma mismo de mi universo.
Rasgó la epidermis de mi capacidad
y vomité la ira contenida de mi historia,
de tantas manos…
y tantos otros ojos adentrados en mi alma
hasta tapizar el camino de los días hechizados,
por la locura de esto que llaman vida…
y que gustoso te regalo.
Se acercó a mi..,
con su mano tendida
como una moribunda en una carretera perdida,
como un pájaro atropellado y olvidado
por reiteradas pisadas de otros neumáticos,
como la nada que la excluye
de la sádica concepción de ciudadanía de hoy…
que tanta bandera y escudo proclaman
para cubrir desangres y mortajas
de devaluación ciudadana.
Se acercó a mi…
que ni palabras de necesitar hubiera,
tan solo su mirada…
Y tú, ángel pintado hasta el hastío,
envidiarías tanta luz dentro de tanta miseria
cosechada en años de desprecio y dolor
por el simple azar de haberse parido de vientre pobre…
de dinero pobre, de la más cara existencia pobre.
Aquella mirada que borró de un plumazo
el alambre espino de mi boca fruncida
y colgó una sonrisa por siempre
en el fondo de mi cordura
hasta hacerme llorar de belleza;
y tanta, y tanta osadía de vida.
¡Por favor!!!
¡Cuanta vida en aquella niña que por un Peso,
alzó su mano e hizo poeta de esta bestia ciudadana!
A quien debo hoy la lágrima
que aflora al recordar su paso por mi mirada
y a quien debo de mirarme de frente,
al espejo de frente,
por saber llorar cada vez que me acompaña…
llorar de amor, no de dolor ni rabia.
Llorar de admiración y eterno agradecimiento,
de llorar de vida por haberme hecho
conocer el verdadero valor de la misma,
por regalarme esos dos almendrines mórbidos
que hacen cimitarra en mi pecho
cada vez que salgo
a degollar bestias con mi pluma,
de a Peso,
y cada una,
por un mísero Peso…