jueves, 13 de febrero de 2014

Tú, mi mano...

Tu, mi mano.
Tal vez yo, tu alegría.
Una pared enmohecida descascara la herida
que al trasluz de la cortina desvela una madreselva.
Un vaso de vino ronda la mesa,
las imágenes se suceden en el duro cristal
y a lo lejos una radio salpica los silencios…
Así y todo,
la soledad estremece.
No es por estar solo
es simplemente,
por estar rodeado de ella…
No hay seres solos
hay soledades espesas.
Nadie está solo…
se está vacío.
La anti soledad, no es la suma de cosas,
es el complemento de la sola unidad.
Tu mi mano,
sea tal vez yo tu alegría…
y la soledad muere
ante la simple trilogía
del yo, mi mano,
y el papel que aspira
alcanzar a ser poesía…

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