Hoy,
de mis amores
el más añejo de los eternos,
rebasa los ochenta solsticios
desafiando guerras, metralla,
sismos, desamores e injusticias;
que en fallido intento
buscaron privarle de éste día.
Sin ser ángel ni estrella,
sin más atavío que su bondad infinita,
ha sabido siempre cosechar flores
de la peor de las tierras.
A Dios.., lo puso en su justo sitio
como buena madre de siempre
y el infierno perdió su sentido
cuando al fuego que quema,
lo pintó tibieza para su madriguera.
Que no ha podido ser ni escrita,
porque no hay tinta para quien sabe,
sin estar..,
permanecer eterna.
Yo,
iluminado para andar junto a ella
cuarenta y cuatro
de los ochenta ciclos,
convivo con el gozo eterno
de andar sobre su palabra,
descansar al costado de su sonrisa,
vivir inmerso en el aroma de su piel,
que cubre la hediondez de la hipócrita existencia.
Hoy,
que unas pocas leguas
pretenden ser intersticios
entre mi alma y aquella,
concurro altivo, de frente expuesta,
al entierro de la distancia
que derrotó con su amor
la dama de los ochenta.
Que no hay ni número…para tanta existencia.
Y así te saludo,
Señora de
como lo he hecho siempre;
con el honor de ser tu amigo,
el orgullo de permitirme tenerte,
con el placer de que me tengas…
y por siempre;
porque has hecho del tiempo
una simple quimera.
Marzio Girola 14/07/2007
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