jueves, 24 de abril de 2008

El primer beso

Y la noche dejó caer como por descuido, la húmeda sensación que agita los vientos de las almas al son de corazones sedientos.

No había más que esperar, aún con el alba lejos.., y es que los tiempos andan por senderos diversos jugando con los velos de la cordura. Sin embargo, quedó una luz en aquella calle que de alguna manera traicionó a la noche, que intenta todo cubrir con su tapete mudo y denso. El hombre que con su perro por allí pasaba, tuvo vergüenza del crujir de sus zapatos que presionaban los gravillines sueltos sobre el empedrado. Una luz de frenos de un coche avisaba la vuelta a la esquina y dos azules luceros marcaban el retorno al reciente vespertino. Las líneas blancas cruzan de una en una frente al cristal, el viento se lleva los perfumes recientes y la noche impávida sigue cayendo entre las dos figuras. Una voz atraviesa el teléfono llenando el silencio que dejó el camino, respetando el silencio del hombre con su perro y al silencio mismo...
Y la noche deja al caer como por descuido, la húmeda sensación que agita los vientos de las almas al encuentro de corazones sedientos.

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