viernes, 18 de diciembre de 2015

Del amor...

Quise ser partícula de polvo
para en primavera descansar sobre tu piel,
dormir cual niño, arrullarme en tus aromas,
olvidarme en tus matices o embriagarme de ti.
Dejarme allí ocultado hasta de la vida,
que me busca siempre para luchar junto a ella,
para acompañarla a descubrir a las bestias
e intentar hasta el cansancio,
iluminar los oscuros pasillos del quieto.
Descubrí al amor mucho antes que al miedo,
y lo descubrí enmarañado en telas de araña
ahogado por la cursilería de plumas vacías
que lo hacen pesar, dolor, perdida, posesión…
No habrá soporte más digno para mi amor
que tu piel mujer,
que tu alma mujer,
que tu aliento mujer;
como no habrá jamás
mejor compañera para la batalla,
que tú mujer,
ni habrá mi equilibrio sin tu contrapeso, mujer.
No hay amor mujer…sin nosotros.
Tú, pero sin nombre mujer,
tal como yo, sin nombre hombre,
que ni tú mía ni yo tuyo,
tú y yo, la vida,
tú y yo el Universo,
la fuerza incomprensible del amor,
por que es el dos
el primer paso a la potencialidad.
¿Cómo no amarte mujer antes que intentar el respiro
si es de tu aliento que vivo y desde tu matriz que surjo?
¿Cómo no amarme mujer si doy sentido al amor que dibujas
cada vez que das belleza al mundo con la exclusividad de tu sonrisa?
Somos el amor mujer,
y no hay razón más poderosa en el Universo
que el estar juntos y amarnos,
porque no hay energía más poderosa
que el amor que juntos engendramos,
cada vez que nos miramos,
cada vez que nos besamos,
cada vez que existimos y gozamos,
cada vez que nos respetamos
que no hacemos más
que respetar la vida misma,
por que tiemblan los imperios todos
cuando al amor nos entregamos juntos.
Quería ser partícula de polvo
para en primavera descansar sobre tu piel
y te hallé partícula también,
buscando mi piel para tu descanso
y en remolino nos abrazamos,
tantas otras partículas juntamos,
que hicimos ventisca y tormenta
hasta con las bestias acabamos,
que nos asechaban con el miedo
del amor desamparado,
del amor dolor eterno,
del amor crucificado,
cuando es solo nuestro amor mujer
el que hará trizas los avernos
que las bestias han creado.
Comprendí el amor
cuando vi en tus ojos
mi imagen perfecta,
que junto con tu imagen en mis pupilas
conformaban aquella playa y las arenas
de aquel Malvín que peinaba las cabelleras
de dos niños que acababan de verter un beso
sobre aquellas eternas arenas…y comprendí,
que ya nunca más, sería yo sin tu presencia,
comprendí que sin nombre serías mujer eterna,
mujer amiga, mujer guerrera, mujer amor, mujer arena.
Porque aprendí el amor antes que el miedo
y junto a ti sobre aquella arena,
tan tibia, tan tersa
tan joven y tan bella…

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