miércoles, 10 de febrero de 2016

Inmerso en el crisol de sansaciones...

Inmerso en el crisol de sensaciones
que conforman esto que llamamos vida,
los aromas renacen en mí a cachetazos
con cada paso que apoya al viento mi vela.
No hay en mi haber espacio
que pueda reclamarme olvido…
cada sensación que he vivido
conforma un trozo sobre el que ando.
Soy de a trozos,
de a partes,
puntos de una línea
que va dibujando mi andar
y que llegará a segmento
cuando así ella lo decida.
Soy aquella mirada,
aquel verso,
aquella caricia,
la otra montaña,
el sonido de aquella cascada,
el aroma de esa piel,
el matiz de aquel beso…
El marrón de aquel mar,
el infinito de aquel altiplano,
el cabalgar del llano,
aquel adiós sin enjuagar.
Soy la luz de ese sol,
el calor de aquella niña,
la sonrisa de aquel niño,
la ternura de una caricia
y el fuego de la otra daga.
El color de aquella tierra soy
y el resultado de ésta.
Soy la historia y la geografía,
el amor y la guerra,
la luz y la sombra
todo y más aún…
soy ella…
la vida misma
que hace a todas las otras ellas
y todas las cosas que hoy me elevan,
me decaen y me sublevan…
Inmerso en el crisol de sensaciones
que conforman esto que llamamos vida,
los aromas renacen en mí a cachetazos
con cada paso que apoya al viento mi vela…
y son los aromas vividos
los que entrelazan las cuerdas,
con las que enlazo el provenir.
Y anudando el amor con finas hebras
voy tejiendo Lunas,
multiplicando velas…

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