domingo, 3 de enero de 2016

He convivido


He convivido con la soledad
aturdida de palabras,
en el vacío que componen
voces que a modo de murallas
impiden que el silencio los evidencie
solos, temerosamente solos ,
nadando en la inseguridad escondida
detrás de un saber que de memoria,
se repite a modo de distintivo de vida.
Añoro a los niños que se inventan el tener
en efímeras creaciones temporales
de propia autoría indiscutible,
haciendo de lo finito de su existencia
un total desafío a la creatividad.
He compartido el reloj equivocado,
donde se devalúan las horas de vida
ante consumos descontrolados de instantes,
detrás de la imagen que les es consignada hoy,
a cada maniquí de cada escaparate de oficina,
que como la pintura de una pared,
decoran interiores desgastados, decadentes,
presentando a cambio superficies casi perfectas,
brillantes, delgadas y nuevas...
siempre a la vista nuevas.
Vuelvo siempre al vuelo de Juan,
a lo que llaman pobreza y entiendo libertad,
dejo la esclavitud de la sobra
por la creatividad de la necesidad
y asumo el final como una etapa más,
a la que elijo cuando quiero.
Ya cada vez hasta más solo,
descreo del tiempo,
de lo que llaman verdades
y de lo que repiten a insistencia.
He convivido con la soledad
aturdido en palabras sobrepuestas
que intentaron de algún modo inocente,
llevarme al miedo de no ser otro más,
no verme cada mañana igual y repetido,
y descubrir asentimiento en cada mirada vacía,
desde el desconocimiento de no saberme
eterno fantasma en la ciudad de los espejos,
un abril más, para las mariposas de enero.

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