lunes, 1 de agosto de 2022

Nos hicimos sedentarios para evitar la inseguridad del nómada...

Nos hicimos sedentarios para evitar la inseguridad del nómada, la vulnerabilidad propia de los débiles. Inventamos dioses y santos para protegernos y sentirnos contemplados cósmicamente. Colgamos el futuro del palo en lugar de la zanahoria y la previsión sobre nuestros intereses personales y de nuestros descendientes directos, se hizo bandera de guerra. Inventamos sistemas sociales para las masas con la intención de enriquecernos individualmente. Fomentamos el volumen informativo como elemento básico para el conocimiento sin pensar en el valor de la información aportada. Creamos sistemas de aprendizaje en función del bienestar económico sin aprender del valor humano. Creamos el grandioso mundo del valor financiero donde nada que no genere riqueza monetaria es válido y menos valioso. Colocamos al tener como salvavidas de la humanidad sin pensar en su peso específico…y nos ahogamos.

Hemos hecho mucho, mucho. Más bien hemos deshecho mucho de lo hecho por siglos de evolución que nos indicaba que la única unidad posible es el todo. Hemos demostrado sin lugar a dudas ser portadores de la ignorancia vital más absoluta y estar llenos de información inútil y clasista. No somos El Cerebro, sino tan solo una pequeña neurona que hasta tal vez, cancerígena. Cosechamos todos los miedos a tal punto que cualquier intento equívoco de interpretar un juicio crítico parece un acto de valentía. Nos hacemos los animales y somos virus.

Ahora que por todo ello podemos ver claramente las consecuencias de nuestra voracidad paranoica, ahora que el Sol quema, la tierra se seca y arde, las lluvias ahogan y los fríos tiran piedras. De cuando los glaciales desaparecen, los océanos son basureros y el aire asfixia. Ahora que mundialmente se adora al mismo dios, practicando distintas religiones como ser la católica, la musulmana, la judía, la budista… pero todas a por un mismo dios que es el direno. Ahora que las aguas suben y seguimos construyendo en las costas, que asistimos a la desaparición del largo plazo, la muerte de la inversión a futuro, del ahorro y la educación…  Ahora es que nos creemos que podemos parar una avalancha de nieve con un pulgar, citamos palabras escritas sin saber de quién ni porqué, simplemente por dar esperanza… una curiosa excusa para la inoperatividad. Hablamos de terceras personas que obran mal, nos excluimos del exterminio y así como no somos conscientes de morir, tampoco lo somos de asesinar nuestro habitad con nuestra apatía.    

Nos hicimos sedentarios para evitar la inseguridad del nómada, la vulnerabilidad propia de los débiles… nos hicimos exterminadores, cómplices imperdonables de un sistema vírico de destrucción masiva.

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