martes, 26 de enero de 2016

Aún siento el latido

Aún siento el latido de aquella tarde
que aun no ha llegado, que no prevalece,
pero ha surcado a nado el éter
para confundirse entre las tardes aquellas
que mecen mismos soles, mismos bostezos
y trémulan ante cualquier distinta iluminación.
Cuando la sombra apenas abandona el cimiento,
el sudor alcanza su mirada más profunda
y la marea se hace alfombra que degüella
cual filo implacable, cada intento de secar la arena…
Entonces la tarde aquella
evoca presencias incuestionables,
desdibujando cada huella que hacer el tiempo pudiera,
para aplacar las almas en su interminable espera.
No hay más que callar cuando así aconteciera,
callaron lo callado siempre callando esperan
las voces que calladas, enterradas florecieran.

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