martes, 27 de octubre de 2015

Obvio

Es obvio que vamos hacia la muerte, no hace falta ser un iluminado para saber eso. Es la meta última, lo que me satisface esa necesidad inculcada de tener una meta, un objetivo... ese inalcanzable, que te sumerge en el sacrificio cotidiano de raíz católica donde todo paraíso está después del sacrificio, la bondad y la sumisión. A la frase “debes tener un objetivo en la vida” la complazco con la muerte. Eso me permite quitar distracciones y vivir cada segundo del camino. Si viviera para el objetivo, cuan poco yo sería y cuan poco sabría de donde habré estado. El objetivo está siempre más allá del ahora y te aísla de la realidad. No hay un objetivo hay un devenir y el secreto de la vida no está en diseñar hacia adonde vas sino saber donde estás cada ves que das un paso. No podemos seguir siendo tan imbéciles de creernos que la vida es como una cinta de producción en serie, porque hasta en éstas hay imprevistos.

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