martes, 30 de septiembre de 2014

Alegría...

La alegría carga con la sombra del temor...el temor que se termine y venga la tristeza. 
La tristeza por su parte, siempre va de la mano de la esperanza...la esperanza de que ésta también termine y de paso a la alegría. Es curioso como cada luz lleva su sombra y cada quien reconoce lo que desea. Los sucesos son causales no así lo que vemos de cada uno de ellos. Más allá del vaso medio vacío o medio lleno, es la capacidad de construir o destruir vida, que ya no hablamos de volumen sino de calidad de vida. Creo que el dinero es un estado de alegría efímero que no llega a modificar el alma, simplemente potencia el temor de que se acabe y nos hace adictos a él, en el simple plano material. Ese temor es mayor que la alegría que genera y vivimos presos de él al punto de hipotecar nuestras vidas con tal de no perderle. Como contrapartida, aquel que no tiene dinero en ésta sociedad seguramente viva algo de tristeza por ello (todos conocemos las facilidades que aporta el dinero y gustamos de eso), pero con la esperanza de llegar tener algún día y eso lo posiciona en un estado receptivo diferente que aquel que vive en un temor constante de perderle, seguramente sea un ser más alegre. Querer o no querer tener dinero de sobra es una elección de vida, pero he constatado que la alegría no es una elección cuando se vive en el temor, no convive con esa dimensión, en su lugar aparece el vacío como nuevo estado del alma.

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