martes, 29 de abril de 2008

El jardín de la vida

El jardín de la vida se compone de la más fértil tierra. Todo en ella germina, florece.., nada queda sin prevalecer. Aún aquello que creemos que hemos ocultado bajo el tapete del olvido o la indiferencia, germina sin nuestro cuidado.

El día menos pensado, florecen las historias del pasado no digerido.

El jardín de la vida no es otra cosa que uno mismo. Nada de lo hecho se pierde.., nada. Así como nada de lo no hecho, se recupera.

El tiempo del hoy es único, irrepetible.

En el jardín de la vida, que somos cada uno, tolo lo andado y hecho germina. Con o sin nuestro cuidado, encuentra enraizar y crecer, de algún modo o en algún tiempo. No es azar, es acción reflejo, acción y reacción.

El pasado puede reconocerse como aquello que queda atrás – para los que tienen algo de que huir- o bien, como lo que queda dentro –para los que saben conocerse-.

El jardín de la vida, no es otra cosa que el germinar del pasado. Las semillas de ayer que hoy soy planta, brote o árbol.

La cosecha en jardín ajeno, no es producción, es apropiación. Ésta, no es semilla, se convierte en simple adorno, un algo poseído que no es parte de nosotros mismos, que simplemente nos viste, nos disfraza.

En el jardín de la vida, el camino prestado no es semilla, es adorno. Como el banco de la plaza que perece con el tiempo, al igual que el árbol.., solo que éste último, renace en su semilla.

La vida es un pasado.., reciente o remoto, pero en definitiva, es siempre pasado. El presente es utópico por inaprensible y el futuro es devenir; causas y azares. Cada movimiento es una acción y produce una reacción inesperada; y es por ello, que el diseñar el futuro y acertar al diseño –u obligarse a ello- es quedarse quieto y esto, es valido sólo cuando se está donde se quiere estar.

En el jardín de la vida, nada queda quieto ya que todo aquello que se estanca, muere. Y por más que lo creamos quieto, las semillas están bajo tierra, lejos de nuestra vista, generando movimiento.

Negarse es una mentira inocultable, una farsa insostenible. A menos que uno, se quede quieto por siempre, prisionero de su propia mentira.

En el jardín de la vida, lo falso no existe; y es que la vida se genera más allá de nuestras intenciones. Algún desesperado intentará envenenar la tierra para matar la semilla.., muriendo en vida o suicidándose. El jardín de la vida tiene, así como la Naturaleza, sus propias leyes que están más allá de nuestra voluntad.

El movimiento es semilla y el andar auténtico, es el abono de la tierra.

En el jardín de la vida todo movimiento se siembra, toda acción, toda actitud, todo sentir, todo sentimiento se siembra. De mentira o de verdad será nuestro sembradío, de amor u odio, de blanco o negro…de la mayor de nuestras semillas será la forestación reinante.

El peregrinar es eterno, no así el camino. El peregrino sabe, que no lo guía el Sol o la Luna, lo guía el sentimiento, la esperanza, el sueño. De aquello que la mayoría descree, él sabe con certeza de su existencia por que de caminos sabe. Y el camino acaba a los pies de lo encontrado, en donde se abre el otro camino, que seguirá el peregrino, ya transformado. Por que todo encuentro transforma, suma, potencia; genera inevitablemente, más caminos, más andar.

En el jardín de la vida, todo es soledad. Quien pretenda sembrar a otro en su jardín, tan solo dejará morir al jardín del sembrado, por falta de atención y más semillas. En el jardín de la vida, el amor nace cuando se juntan dos cosechas, de iguales semillas y se mezclan para formar un jardín en común, agrandando el jardín de la vida. En el jardín de la vida, el jardín propio, nunca se deja cuando de amor se habla, por que el peregrino sabe, que el verdadero amor se construye, sobre la claridad de la propia historia.

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