Hoy puedes salir a la calle escuchando el silbido de una araña, experimentando la tersura de la piel de una nube y si quieres también, saboreando la sal que han de poseer las estrellas.
Puedes salir a la calle volando como la torcaza o como el gavilán, puedes aletear como las mariposas o saltar como la cabra de montaña.
Salir a la calle atravesando las paredes sin ofrecer resistencia, acariciando a mano suelta, sonriendo a todo aquel que aparezca para no borrar jamás esa huella tan indispensable que es el otro.
Hoy puedes salir a la calle abrazando a quien quieras, oliendo a lo que te dé la gana o vistiendo lo que más cómo te queda.
Puedes salir a la calle hasta por el ropero de tu abuela o el aroma de la mostaza… también desde la idea aquella.
O puedes hacerlo también, como ellos quieren que sea…
Puedes salir a la calle volando como la torcaza o como el gavilán, puedes aletear como las mariposas o saltar como la cabra de montaña.
Salir a la calle atravesando las paredes sin ofrecer resistencia, acariciando a mano suelta, sonriendo a todo aquel que aparezca para no borrar jamás esa huella tan indispensable que es el otro.
Hoy puedes salir a la calle abrazando a quien quieras, oliendo a lo que te dé la gana o vistiendo lo que más cómo te queda.
Puedes salir a la calle hasta por el ropero de tu abuela o el aroma de la mostaza… también desde la idea aquella.
O puedes hacerlo también, como ellos quieren que sea…
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