jueves, 21 de julio de 2016

He desaprendido a amar

He desaprendido a amar,
sacudí a Schakespeare de mi retina
colgué a secar a Bécquer…
y a las cortes todas
hundí en su aburrimiento,
y a callar por siempre su enfermizo intelecto.
Busqué en lo no impreso,
anduve calles, miradas y pieles,
encontré en el niño el puente
donde el amor se escondiere,
temeroso y oculto
detrás de aquello que pareciere,
la indiferencia misma del Hombre
del que tanto el niño temiere.
Al amor lo hallo en el niño
cada vez que me mira,
en el amigo
cada vez que me tolera,
en la mujer
cada vez que me permite admirarla y respetarla,
en el día a día
cada vez que me regocijo al alba de estar vivo…
¡No en el Hombre!
Ni en sus cortes o sus grafías autografiadas…
autografiadas y autorizadas o permitidas y no censuradas…
He desaprendido a amar,
dejé de lado suicidios, sumisiones,
postergaciones, negaciones,
dejé el sacrificio institucionalizado
y el deber dogmático afincado al amor
como sarna a perro olvidado…
Encontré al eterno niño, a la compañera de camino,
al peregrino bálsamo, a la palabra necesaria,
al calor solidario, a la mano abierta…
al amor que no es otra cosa que la libertad de ser
y la bondad de sentirse amparado por el sentimiento sincero
que brota cual semilla que va sembrando
para futuras cosechas de mismo amor.
Desaprendí a amar como las cortes impusieran...
desaprenderé a creer sin cuestionar siquiera,
porque amaré hasta la crueldad de amar
a quien ser amado
no quisiera…

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