viernes, 7 de noviembre de 2014

El amor es un arriero

El amor es un arriero, dijo Marco. Un arriero de paso igual que nosotros… de paso con cada uno de nosotros. Trenzado al camino carga con todo aquello que por nuestra cuenta, no vemos. Carga rápido y anda lento, muchas veces cuesta entenderlo. Hay quienes nunca llegan a comprenderlo y le imputan al viejo las frustraciones del cuerpo, la falta de amor propio, la avaricia y el miedo. Lo confunden con la felicidad, la alegría y el placer. Lo creen todo ello junto. Le quieren hacer creer que va pasado de peso, sufriendo por tanta carga o deshaciendo su espalda por cargar con todo eso que genera el amor.
A medida que vas creciendo, vas por viejo, conversando con el viejo… lo descubres, te entiendes con el y lo escuchas. Te cuenta todo lo que ha ido encontrando y que tu no has visto y de cuantas veces no lo has escuchado antes. Estabas aturdido por el miedo al tiempo, el consumo de tu cuerpo, el confort y la comodidad de lo instituido.
El amor va arreando la vida hacia el tamiz de la dignidad. Hay que ser digno a vivir, digno a andar y digno, a que el viejo te siga a pesar de todo. No por solo quererlo el viejo andará contigo; si andas con paraguas no te mojará la lluvia, y dentro de un coche menos, así solo verás llover. Nunca sabrás lo que es una lluvia.
El amor es un arriero, dijo Marco. Dejó el antiguo álbum de fotos sobre la mesa y salió a mimar a la luna, que lo esperaba charlando con el viejo…

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