De tierras de albero
arranca tu cabello
desenterrado como raíces
de ese mismo suelo.
Así tus ojos,
arrancados de su cielo
y que el cajón aún reclama
juntos a las seis damas
que cuelgan del fino cuello.
Las suelas afirman a golpes
al empedrado pavimento
y palmas acuden a la memoria
donde supieron de chasquidos
afiladas puntas de acero.
Las callejuelas inquietas
aprietan hasta el aliento,
y el pasado entre adoquines
salpica historias y cuentos.
Yacen todos empapados
de música, cante y fogueo;
sombras que se entremezclan
con tradición y toreo,
modernidad y medioevo.
De sal y azúcar
el aire que encuentro,
repitiendo hasta el hartazgo
las contradicciones todas
de mis varios tiempos.
No se si ando o si navego
sus calles cuando deambulo
entre sus fauces, sus entuertos,
entre su verdad y su claroscuro.
De albero y rojo granate,
sol y sangre, toro y cante,
río y arena, tradición y leña,
la Sevilla que siempre sueña
retornar a su vieja huella…
Añorando aquella estrella,
que tragó un día el Guadalquivir,
retornándola en ti
pa’cabar con la querella,
que entre Triana y Sevilla,
eres tú la más bella…
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